Nada ni nadie podrá hacerte más feliz que tú mismo.
Podrá parecerte una tontería, pero en el fondo de tu insignificante cuerpo sabes que es verdad.
Algunas decisiones duelen. Claro que duelen. Y mucho.
Sólo tiene que encontrar la vuelta, esa rotonda que te haga retroceder y retomar el camino, sin equivocaciones innecesarias.
Quierete como eres, y no como los demás quieran que seas.