Su mirada helada me hiere cada vez que sus ojos tropiezan con los míos. No puedo abstenerme a hacerlo.
Duele, duele y duele. Sus pasos adelantan a los míos. No puedo moverme sin su control.
-¿Que ha pasado? ¿Porque te paras?- Le pregunté.
-Girare y mira a tu alrededor.-
Mis ojos se torcieron acompañados por mi cráneo. Devastación, caos, sufrimiento. Dolor.
Todo eso es lo que mis ojos inocentes vieron cuando observé lo que me rodeaba.
El tiempo había jugado conmigo, con mis creencias y mis sentimientos... No podía hacer nada. El daño estaba hecho.